A repensar la Economía. Nuevos retos para el siglo XXI

Por Juan Diego Monje  Hernández   

     Cuando el  estudiante  comparte  su idea  y gusto por comenzar a  estudiar economía, le  dicen frases  como:  "Y  por qué  no una  ingeniería?","Pero, tiene  campo laboral?","Más  economistas  para éste  país?  Son ellos  quienes  nos  tienen así". Se  piensa  que  la  economía  por no pertenecer a  las ciencias  exactas, cuyo sinónimo para  la  mayoría  de  las  personas  es  dinero, no es  una  profesión digna  de  estudiar. Erróneamente, se  generaliza  y se  culpa  por las  desgracias  de  la  sociedad al economista, sin saber que  muchos  de  ellos  no hacen parte  de  la  política, ejerciendo su cargo desde  otra  posición que  hace  crecer aún más  la  sociedad. Se  forman a  partir de  alguna  carrera perteneciente  a  las  ciencias  exactas, teniendo en cuenta  el  factor monetario, sin tener presente progreso social  y cultural  que  se  pude  generar a  partir de  una  ciencia  social, donde  el  objeto de estudio es quien puede cambiar el rumbo de la sociedad desde su racionalidad, el hombre.     

     Muchos  trabajos  exponen la  falta  de  cientificidad de  la  economía  por la  alta  cantidad de variables  que  debe  estudiar, además  de  la  baja  credibilidad en los  resultados  arrojados  por la experimentación reduccionista, aislando variables  de  procesos  sociales  que  hacen parte fundamental  del  estudio (Sánchez, 1991).  A  partir del  alto contenido de  variables  que  deben estudiar las  ciencias  sociales, más  exactamente  la  economía, se  debe  fundamentar la  importancia de  estudiarla. Carreras  con experimentación compleja  son las  que  más  se  deben estudiar. Son éstas  las  que  generan, a  parte  de  un crecimiento intelectual, un crecimiento social  mediante  el cuál  se  puede  general  progreso y adelantos  en la  sociedad.

     Éste  escrito se  divide  en tres  secciones:  En la  primera  se  fundamenta  con la  metodología  que usaban los  marginalistas  y, más  exactamente  los  austriacos  para  estudiar la  economía, conocida como la  catalaxia  y la  praxeología. En la  segunda  parte  se  relaciona  dicha  metodología  de  estudio con el  paradigma  expuesto al  comienzo, sobre  si  estudiar o no la  economía.  Y  por último, se expondrá  la  importancia  de  ser un economista  y la  manera  correcta  de  estudiarla  en la  actualidad.     

     De  la  revolución marginalista  remontada  a  fines  del  siglo XIX, más  exactamente  en 1870, surgieron escuelas  de  pensamiento que  revolucionarían la  historia  de  la  economía, como lo fue  la Escuela  Austriaca, fundada  por Carl  Menger.  Académicos, pertenecientes  al  circulo de  Viena (Escuela  Austriaca), definían la  economía  como la  ciencia  de  la  elección individual  (Menger, 1871). Hablaban de   gran variabilidad y heterogeneidad del  hombre  en términos  de  elecciones. Ésta  escuela  tiene  algunos  pilares  fundamentales  desde  los  cuales  se  puede  entender su pensamiento:  La  economía  estudia  las  decisiones  del  ser humano y por ende, la  manera  correcta de  entenderla  es  desde  el  individuo, es  decir, desde  la  microeconomía. El  ser humano es  carente de  objetivos  específicos, en oposición, estos  son totalmente  relativos  por su naturaleza  insaciable e  impredecible. En consecuencia  de  lo anteriormente  mencionado, predecir para  entender es  un error. Para  comprender se  debe  pasar por un proceso inteligible, donde  el  estudio es  riguroso y necesario, y así tener mayor claridad de lo aprendido.

     A partir de  dos  conceptos  fundamentales  para  los  austriacos, se  basa  su metodología  de  estudio y de  investigación:  la  praxeología  y la  catalaxia. La  praxeología  toma  como objeto de  estudio al ser humano y la  catalaxia, como una  praxeología  aplicada  a  las  ciencias  económicas, exalta  el orden espontáneo desde  un bienestar individual, generando así  coordinación y equilibrio (Precios).  Así  es  como el  método deductivo marginalista  surge  como el  fuerte  rival  del  método inductivo clásico.  Antes, para  los  clásicos, las  teorías  se  debían generar a  partir de  conceptos estudiados  en la  academia. En contraposición, las  escuelas  surgidas  a  partir de  la  revolución marginalista, partían de  hechos  acontecidos  para  generar una  teoría  que  se  pudiera  aplicar. Por ello, los  austriacos  excluían los  experimentos  estadísticos  para  estudiar personas. La  lógica deductiva, para  esta  escuela, tenía  el  potencial  para  establecer relaciones  de  causalidad.      

     Finalmente, para  Mises, la  economía  ética  es  una  rama  fundamental  para  no caer en el  arte reduccionista  del  "Ceteris  Paribus"  en toda  ocasión. La  acción humana, libro principal  de  Mises (1949), señala:  "La  acción humana  es  una  conducta  consciente, movilizada  voluntad transformada  en actuación, que  pretende  alcanzar precisos  fines  y objetivos;  es  una  reacción consciente  del  ego ante  los  estímulos  y las  circunstancias  del  ambiente;  es  una  reflexiva acomodación a  aquella  disposición del  ambiente  que  está  influyendo en la  vida  del  sujeto."  Todo aquello que  nos  mueve  a  actuar son los  incentivos, desde  donde  se  general  un bienestar individual, que explicado desde la praxeología, genera un bienestar común.

     A partir de  ello, la  praxeología  hace  el  papel  de  actor principal  en nuestra  tragicomedia coyuntural. Estudiar la  economía  desde  el  individualismo metodológico, donde  el  individuo es quien decide  como consumidor para  elegir desde  su propia  escala  de  valores.  Ahora  bien, teorías que  establecen a  un individuo con unas  preferencias  específicas, en un lugar especifico y sin lugar a  refutar la  respuesta  matemática  que  arroja  un proceso extenso, son inviables  a  la  hora  de aplicarlas  en un contexto específico. Esa  racionalidad ilimitada  que  posee  el  hombre, hace imposible  predecir una  u otra  elección de  consumo.     

     Los  economistas  y futuros  economistas  tienen un principal  reto para  éste  tiempo.  Teorías creadas  hace  150 y 200 años  no solucionan problemas  de  la  actualidad. Es  hora  de  "borrón y cuenta  nueva?". Esas  teorías  fueron creadas  para  solucionar eventos  del  momento, pero ya  es hora  de  crear teorías, innovar en conocimiento. El  clasicismo se  fundamenta  en las  dos  primeras partes  de  la  economía:   producción y distribución pero, que  pasa  ahora?  Así  como se  hablaba hacia  1937, después  de  una  gran crisis  de  sobreproducción, la  manera  de  entender la  economía  es a  partir de  su demanda, es  decir, desde  su último pero crucial  momento, el  consumo.     

     Estudiar economía  es  un reto, pero pensar economía  lo es  aún más. Seguir creyendo en todos aquellos  que  hablan de  pseudociencia  al  mencionar alguna  de  las  ciencias  sociales, es  una  falacia. El  positivismo de  Comte  arremete  contra  las  sociales, pero la  praxiología  de  los  austriacos  va  más allá  de  esto. Estudiar la  economía  con ausencia  de  las  matemáticas  es  tener la  acción humana como principal  objeto de  estudio (Mises, 1947). Las  desigualdades  económicas  de  la  actualidad retan la  economía  del  hoy. Ese  efecto mariposa  del  cuál  hace  parte  la  economía, explicado más aún con el  famoso modelo centro-periferia  hace  padecer al  mundo de  una  malestar cíclico  y dinámico. 

     Desligar la  economía  del  humanismo, para  la  época  en la  que  vivimos, sería  fatal.  Ya  no es crear una  pirámide  monárquica, con centralización de  poder, bienestar individual, sino generar múltiples  pirámides  que  establezcan al  hombre  como el  objeto de  desarrollo y progreso. Es  esta, la  economía  solidaria, ética  y social  que  no parametrize  al  hombre  y lo cuantifique, sino que ponga  al  hombre  como el  verdadero objeto de  estudio para  generar ese  progreso tan anhelado.

      La  economía  está  escasa  de  ética  para  solucionar los  problemas, poniendo como eje  principal a  las  matemáticas  para  llegar a  un objetivo específico, la  rentabilidad. Se  ha  dejado a  un lado al hombre  y sus  capacidades  individuales  para  general  bienestar común. Claro está  que  lo indispensable  no es  siempre  lo importante, pero lo importante  si  es  y será  siempre  lo indispensable. 

Referencias

Sánchez, J. (1991)  Espacio, economía y  sociedad.
Mises. L. (1947)  La acción humana.
Menger. C. (1871)  Principios  de  economía política.
Spiegel. H. (1996)  El  desarrollo del  pensamiento económico

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